La fotografía arquitectónica de Rory Gardiner hecha con su cámara análoga

El artista visual australiano ha recibido el encargo de fotografiar algunos de los sitios arquitectónicos más prestigiosos del mundo, imprimiendo a cada proyecto su estética distintiva y reconocible.
Hay un romance en la fotografía de Gardiner que está envuelta en una luz nublada suave, colores apagados y un rico tapiz de texturas y geometrías contrastantes. A veces sombrío y malhumorado, y a veces ligero y etéreo, lo que entreteje su portafolio es una paleta tonal y un sentido de intimidad. «Simplemente hay algo en la escala, el contexto y el propósito que siempre me mantiene interesado», comenta.
Lo que diferencia al fotógrafo radicado en Melbourne de otros creadores de imágenes comerciales, es su humildad, su estética tonal y el uso estricto del cine analógico, un enfoque atípico para un fotógrafo de arquitectura en estos días. Con la fotografía cinematográfica, a diferencia de la digital, no se puede pre visualizar la obra en el momento – hay que esperar a que los negativos se revelen en una habitación oscura, dejando mucho margen de error con respecto a la iluminación, los ángulos correctos, las sombras, la nitidez.
«Hay poco margen para errores técnicos, pero lo que es más importante, no puedo ver la imagen mientras fotografío. Esto me obliga a un estado casi meditativo, considerando sólo lo relevante para el trabajo en ese momento y permitiéndome estar presente en el momento mismo. Encuentro que este es un espacio más difícil de habitar cuando grabo digitalmente», dice.
Con cariño, casa bedu.